2016 Un año de retos para y contra la oligarquía trasnacional

 

17 dic 2015

2016

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El embate de la derecha en América Latina plantea una respuesta de los fortalecidos movimientos sociales, con una confrontación política de ideas que vuelva a posicionar las reformas progresistas.

Alejandro Villamar *

Algunos analistas ubican los retrocesos y dificultades en el mundo y en especial en América Latina como signos del agotamiento de un ciclo de reformas “progresistas”. Para otros, nos parece que a la par de los retrocesos objetivos, también hay que reconocer los avances organizativos sociales y las reflexiones globales y regionales que en paralelo se han venido construyendo y perfilan los signos de un posible futuro distinto.

La derecha política ha vuelto a usar y perfeccionar la estrategia de usurpar, manipular y pervertir los conceptos y aspiraciones sociales, en beneficio del interés de la oligarquía trasnacional, para retomar al poder gubernamental (en algunos países hermanos), y darle continuidad al antisocial y disfuncional modelo. Pero ¿quién sensatamente puede afirmar que lo podrán hacer con éxito sin grandes contradicciones políticas, mediáticas y conceptuales?. Su fragilidad y falta de legitimidad política está a la vuelta de la esquina. El contexto económico y ecosistémico global no les favorece.

“La derecha política ha vuelto a usar y perfeccionar la estrategia de usurpar, manipular y pervertir los conceptos y aspiraciones sociales, en beneficio del interés de la oligarquía trasnacional, para retomar al poder gubernamental”.

 

Fuera de los voceros mediáticos trasnacionales, no existe optimismo intelectual, ni analítico en el ámbito académico, e incluso, de algunas instituciones financieras multilaterales, de que la crisis global en que se debate la economía mundial, y en especial la inercia de la fragilidad sistémica propiciada por el dominio de la política del capital especulativo y parasitario sobre la economía real, pueda evitar una mayor recesión, y menos se vaya a resolver en el 2016, o en el 2017, y hablar más allá de esos años resulta simplemente aventurado para hacer afirmaciones serias.

Algo similar sucede con la crisis del llamado cambio climático y las eventuales decisiones surgidas de la COP-21 de París. En tanto que las inercias estructurales y las políticas corporativas seguirán profundizando las fragilidades ecosistémicas, estatales, las desigualdades y patologías sociales en los próximos años.

“No podrán impedir que los movimientos sociales crezcan y les disputen el poder conceptual, territorial y político”.

 

Los fracasos de las políticas corporativas también tienen un precio y límite político e ideológico. Han sido elementos para el debate y lecciones para la construcción de alternativas desde los movimientos sociales. Las IFIS -las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, el FMI y otras- saben del costo de la pérdida de legitimidad global. ¿Qué legitimidad política y por cuánto tiempo tendrán los representantes políticos continuadores de esa inercia trasnacional que es la causa de la decadencia y crisis?

Las intensiones políticas del capital trasnacional de romper el “viejo” orden y las instituciones multilaterales, y sustituirlo mediante la imposición de la Constitución Mundial Corporativa contenida en los dos megatratados Trans-Pacífico (TPP) y Trans-Atlántico (TTIP) y su apéndice de privatización de los servicios públicos (TISA), ha generado una muy poderosa y diversa oposición política y social en su propio seno, que convertirá el 2016 en el espacio-tiempo en que, con realismo político, se puede definir una muy importante derrota.

El 2016 no será el año de los cipayos latinoamericanos, pues con toda y la poderosa batería mediática a sus ordenes, ni tienen el poder para imponer toda su deseada agenda, como tampoco podrán impedir que los movimientos sociales crezcan y les disputen el poder conceptual, territorial y político.

*Alejandro Villamar es mexicano y miembro del RMALC

 

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