TLCAN: ¿ya pasó lo peor?
¡
Mienten !
Declaración
de la RMALC sobre la renegociación del Capítulo Agropecuario
del TLCAN
Desde el 1º
de enero de 1994 se levantaron en armas y se hicieron escuchar,
como nunca antes, voces indígenas contra la política
prevaleciente y en particular contra el TLCAN. Las promesas políticas
del priísmo salinista no levantaron ninguna esperanza en
los pueblos y comunidades indígenas, por lo contrario, éstas
calificaron al TLCAN como “un certificado de muerte”.
Desde que se
negoció el TLCAN el gobierno afirmó que maíz
y frijol estarían protegidos por 15 años. Fue su primera
mentira ya que decidió unilateralmente no cobrar el arancel
de protección aduciendo que ello beneficiaría al consumidor
con maíz barato. Claro que nadie vio que la tortilla bajara
de precio. No sólo no negoció en el TLCAN la eliminación
de los enormes subsidios estadounidenses que implican un comercio
totalmente desleal contra nuestros productores nacionales, sino
que fue reduciendo el gasto agropecuario. No hubo pues tal protección.
Tampoco es verdad
que los campesinos protestaron sólo hasta que llegó
el plazo final de la apertura: ya desde el proceso de negociación
plantearon que se excluyeran los granos básicos. Diez años
después de iniciado el TLCAN, el movimiento campesino “El
Campo No Aguanta Más” obligó al gobierno a comprometerse
a revisar la política anticampesina y el capítulo
agropecuario del TLCAN. Ni una cosa ni otra cumplió el primer
gobierno panista. El gobierno de Fox afirmó que no pudo cumplir
su compromiso debido a la negativa del gobierno de Estados Unidos,
pero sabemos que no se lo planteó nunca. Más aún,
congresistas de Estados Unidos nos han dicho que esperaban una propuesta
para discutirla, pero que nunca llegó. Cuatro años
después nuevamente las organizaciones campesinas, indígenas
y la opinión pública, vuelven a exigir cambios a esas
dos caras de la política neoliberal.
El discurso
del segundo gobierno panista, negándose a honrar los compromisos
suscritos y escuchar la demanda social, se ha fincado en nuevas
mentiras políticas y argumentos ideológicos que carecen
de fundamento en la realidad.
El gobierno
y algunos magnates empresariales han dicho que no se puede renegociar
el tratado; que hacerlo sería abrir la caja de Pandora (brincarían
cosas desconocidas e inesperadas); que el gobierno estadounidense
podría, por ejemplo, pedirnos la entrega del petróleo
y otras concesiones más; y recién han agregado que
es imposible alcanzar cambios porque se tendría que convencer
no sólo a los tres (sic) gobiernos, sino a los tres congresos
que ratificaron el tratado...
La verdad es
que el tratado prevé mecanismos de revisión (artículo
2002) e incluso de separación (artículo 2205). Además,
el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM ha contabilizado
que se han renegociado diversos aspectos del TLCAN en 46 ocasiones
(la mayoría sin conocimiento o autorización de los
congresos). El último caso fue el cambio en Reglas de Origen
que se pactó en el contexto de la Alianza para la Seguridad
y Prosperidad de América del Norte (ASPAN). Tales cambios
al tratado han sido para profundizar la política a favor
de los pocos actores exitosos, esencialmente los monopolios, ignorando
las demandas sociales y legislativas. Dicho Instituto ha registrado
también la conducta “irresponsable” de funcionarios
que han perdido expedientes de casos de reclamo de productores nacionales
ante los tribunales del TLCAN, y ha develado y ofrecido al Congreso
de la Unión un arsenal de instrumentos jurídicos disponibles
tanto en el TLCAN como en el ámbito internacional. A los
mismos legisladores les consta cómo los sucesivos gobiernos
se han negado a usar los instrumentos jurídicos disponibles
en la propia OMC para defender a nuestros productores, como ya lo
han hecho exitosamente Brasil o Canadá. El Congreso dispuso
una cosa y el Ejecutivo hizo lo contrario.
Dicen temer
las exigencias estadounidenses sobre nuestro petróleo, cuando
sin mandato constitucional ni renegociación transparente,
los “patriotas” funcionarios tanto priístas como
panistas han debilitado a PEMEX, CFE, y CLyFC pretendiendo privatizarlas.
Nos han bombardeado
con propaganda sobre el supuesto éxito del TLCAN, incluso
en el sector agropecuario. Pero para ver su fracaso bastan los datos
oficiales sobre la pobreza en el campo y el que cada año
575,000 mexicanos se vayan a buscar trabajo en Estados Unidos.
Y sobre la imposibilidad
de convencer a gobiernos y congresos de los tres países,
es clara la falta de voluntad política del gobierno mexicano
acorde a los poderosos intereses privados minoritarios que defiende.
Enarbolar la dificultad política para negociar con las contrapartes,
además de falta de conocimiento, no es buena muestra de capacidad
y madurez política para gobernar.
Respecto a la
supuesta imposibilidad de renegociar, usan argumentos ideológicos,
no políticos. Tienen información, pero quieren ignorarla,
de que también en Canadá y en Estados Unidos el TLCAN
y la política neoliberal ha golpeado a los pequeños
y medianos productores y a los consumidores, beneficiando a las
trasnacionales agroalimentarias que concentran también allá
los recursos presupuestales.
Eso explica
las diversas manifestaciones de solidaridad a las demandas campesinas
e indígenas mexicanas por parte de cientos de organizaciones
de productores y civiles de Canadá y Estados Unidos. Muestra
de ello es la reciente carta de solidaridad y los esfuerzos crecientes
de coordinación y acción conjunta de las redes sociales
de los tres países por la renegociación del capítulo
agropecuario y contra las políticas neoliberales. Otra muestra
de ello es que la mayoría de los pre-candidatos a la presidencia
de Estados Unidos se han visto presionados por sus electores a declarar
que revisarían el TLCAN.
La realidad
es que cada vez más legisladores locales y federales de los
tres países, empiezan a responder al interés de sus
electores y a sus responsabilidades sociales y apoyan en sus congresos
iniciativas para revisar el TLCAN, desde los principios de justicia
y sustentabilidad y no de estrechos criterios mercantiles.
El gobierno
y sus beneficiarios mienten: Sí se puede renegociar el tratado.
La realidad muestra que es necesaria la renegociación, hay
aliados en Estados Unidos y Canadá que la apoyan y tenemos
argumentos para convencer a los que se oponen a ella. Lo que falta
es la voluntad de intentarlo.
El gobierno
no sólo se niega a oir la voz de su pueblo y sólo
atiende la voz de los beneficiados de siempre; no sólo se
niega a renegociar el TLCAN sino que pretende profundizarlo con
la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del
Norte (ASPAN). Esta alianza ampliará los daños al
campo y a los campesinos con la concreción de la Iniciativa
Biotecnológica de América del Norte (NABI por sus
siglas en inglés) que entraña el certificado de impunidad
al uso de los transgénicos en el campo mexicano y promueve
la producción de agro-combustibles que encarecerá
los alimentos.
La RMALC se
suma a la demanda y acciones de presión por una renegociación
del TLCAN y una verdadera estrategia integral para el desarrollo
del campo mexicano con beneficios para los campesinos. Reiteramos
que no basta revisar, renegociar o derogar cláusulas de un
contrato o tratado internacional si carecemos de una política
interna adecuada para nuestro propio desarrollo. Las organizaciones
campesinas y la propia RMALC han presentado propuestas para un desarrollo
integral del campo; es hora de retomarlas.
Pensar que el
“libre” mercado va a resolver lo que le corresponde
al Estado es pura ideología antisocial. El maíz, el
frijol, lo mismo que el azúcar o la leche, son mucho más
que mercancías y tanto la política interna como internacional
deben trascender la visión puramente mercantil y responder
a la protección y fortalecimiento de la soberanía
alimentaria, base de la soberanía nacional misma. Esta es
la filosofía y el mandato constitucional.
Las organizaciones
indígenas y campesinas, ayer y hoy, siguen teniendo razón
en sus demandas. Por ello, las redes sociales y cada vez más
amplios contingentes de ciudadanos las hacemos nuestras y apoyamos
las acciones que obliguen al gobierno mexicano ha cambiar su rumbo
actual.
La no renegociación
del TLCAN y el no cambio de las políticas actuales significará,
como hace 14 años, un certificado de exterminio para la inmensa
mayoría de los campesinos e indígenas de México.
Frente a la
cerrazón y los intereses de unos cuantos, sólo la
acción social creciente y la propuesta alternativa abrirá
los horizontes y sustentará la esperanza. Nos sumamos e invitamos
a todos los verdaderos patriotas a la gran movilización del
próximo 31 de enero de campesinos, indígenas y sociedad
civil.
Red
Mexicana de Acción frente al Libre Comercio (RMALC)
Enero
del 2007.
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