México y Canadá:
Comerciando nuestro futuro
Rick Arnold
Cuando la mayoría
de la gente compara México con Canadá, lo hace enfocándose
en las diferencias (lenguaje, clima, historia colonial, forma de
gobierno, nivel de desarrollo industrial, etcétera). Aunque
ello es significativo, también oculta las áreas de
interés común. El lazo más obvio que conecta
a nuestros dos países es que ambos vivimos al lado de Estados
Unidos de América. Nuestro vecino común es un coloso
global que históricamente ha ejercido una enorme influencia
económica respaldado por su poderío militar.
Como parte de su punto
de vista, Estados Unidos ha considerado que el resto del continente
americano es su patio trasero. A pesar de eso, durante mucho tiempo
en el siglo XX tanto México como Canadá se atrevieron
(en ocasiones) a "decirle sus verdades al poder". Por
ejemplo, ambos mantuvieron relaciones con la Cuba revolucionaria
ante la enorme presión de Washington para frenar cualquier
tipo de contacto. La nacionalización de Petróleos
Mexicanos decretada por el gobierno de Lázaro Cárdenas
fue un acto de valentía frente a las amenazas de los gigantes
petroleros de Estados Unidos y de representantes gubernamentales
de ese país. En Canadá hubo innovaciones tales como
la medicina socializada y las lonjas de comercio para productores
agrícolas, que resultaron de luchas ganadas a pesar del pensamiento
"anticomunista" que prevalecía en ese tiempo en
Washington.
No obstante, la puesta
en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN) el uno de enero de 1994 cambió las cosas. Desde entonces
éste ha servido para acercar todavía más a
México y Canadá a los requerimientos de mercado de
Estados Unidos, y ha llevado a ambos gobiernos a ser multiplicadores
acríticos de la agenda neoliberal. Los dos países
han llegado a ser extremadamente dependientes de las exportaciones
a Estados Unidos, en más de 80 por ciento cada uno. Los partidarios
del TLCAN que alababan este fenómeno como un indicador de
éxito ahora matizan sus afirmaciones, pues la economía
declinante de Estados Unidos arrastra a sus vecinos dependientes.
Enfrentar
los subsidios ilegales. La remoción de aranceles
en la importación mexicana de maíz, combinada con
el mantenimiento de subsidios agrícolas ilegales en Estados
Unidos, ha llevado a unos dos millones de campesinos a abandonar
su actividad. Y si bien esta dramática situación ha
recibido alguna cobertura en la prensa de América del Norte,
un similar "hachazo" que golpeó a los productores
de maíz en Canadá ha sido prácticamente ignorado.
Las súplicas de estos agricultores de Canadá fueron
desoídas en Ottawa hasta que sorpresivamente el ocho de enero
de 2007 (con un gobierno minoritario temeroso ante una elección
federal), las autoridades de Canadá llevaron a la Organización
Mundial de Comercio (OMC) una demanda contra los programas de subsidio
al maíz de Estados Unidos. Aunque esta acción reconoce
el dolor que sienten los productores de Canadá, no es previsible
que la decisión final de la OMC sea pronta. Hay que esperar
aún para que llegue el alivio.
Durante las dos décadas
recientes, las familias campesinas de Canadá han sufrido
bajo el "libre comercio". Por ejemplo, aun cuando las
exportaciones agrícolas canadienses se triplicaron de 11
mil millones a 33 mil millones de dólares entre 1988 y 2007,
el ingreso sectorial neto cayó en más de 50 por ciento.
En ese mismo periodo la deuda agrícola se incrementó
en más del doble, de 22 mil 500 millones de dólares
a 54 mil millones. Los precios al menudeo de los alimentos escalaron
al tiempo que los pagos al agricultor cayeron. Tanto campesinos
como consumidores han sido los perdedores del TLCAN.
Promesas
incumplidas. Previo a la puesta en marcha del TLCAN, los
canadienses y los mexicanos recibieron por igual la promesa de una
era de oro, con puestos de trabajo en abundancia. En cambio, en
los seis años recientes, Canadá perdió 450
mil empleos en la manufactura. Esto es, más de 150 buenos
empleos desaparecieron cada día. Y la situación empeora.
La pérdida de trabajos golpea a muchas y diferentes industrias
en el país: automotriz, de procesamiento de alimentos, forestal,
textil, metalúrgica, de mobiliario, etcétera. Una
gran cantidad de los puestos de trabajo nuevos que se están
creando son mal pagados, inseguros, con prestaciones disminuidas,
lo cual en particular afecta a las mujeres. Claramente en ambos
países ha crecido la brecha entre el ingreso de los más
vulnerables y el de los ricos; se ha ensanchado durante los 15 años
del TLCAN.
Ambas naciones han visto
que su soberanía se debilita ante corporaciones extranjeras
(la mayoría con sede en Estados Unidos) apoyadas por disposiciones
contenidas en el Capítulo 11 del TLCAN, un canal de respaldo
legal que permite a los inversionistas foráneos evadir a
las cortes locales y entablar demandas contra gobiernos federales
ante un tribunal internacional. Esos desafíos tomaron fuerza
en Canadá en 2008. En julio, un grupo de 200 inversionistas
estadounidenses, liderados por un empresario de Arizona, promovió
un juicio bajo el TLCAN contra el gobierno de Canadá, con
la demanda de 155 millones de dólares como compensación
porque dijeron haber enfrentado "controles carreteros anti
estadounidenses" al tratar de establecer clínicas de
salud privadas en Canadá. En agosto, Dow Chemical anunció
su intención de confrontar una legislación de Québec
que prohíbe la venta y el uso cosmético de pesticidas.
En diciembre, US AbitbiBowater amenazó con entablar una controversia
bajo el Capítulo 11 del TLCAN, aun cuando el cierre de todas
sus plantas en la provincia de Newfoundland fue violatoria de los
términos de la legislación Newfoundland Charter Lease
de 1905, la cual requiere a quienes ocupan tierras públicas
en arriendo que proporcionen empleos a fin de que pueden seguir
siendo alojados allí.
Condiciones
antiecológicas. Durante las negociaciones del TLCAN
Canadá, se convino una disposición "de proporcionalidad"
ligada a nuestras exportaciones petroleras a Estados Unidos. Ésta
requiere que casi dos terceras partes de nuestro energético
sea enviado a Estados Unidos, incluso en caso de una emergencia
en Canadá. Dado que las fuentes convencionales de petróleo,
en el oeste de Canadá, se están agotando (se proyecta
la producción para un máximo de nueve años,
con reducciones anuales), las compañías petroleras
desarrollan una vasta área que contiene arenas bituminosas.
El procesamiento de este "petróleo seco" está
llevando a Canadá a ser un "contaminador global",
un Estado paria sin voluntad para contribuir a frenar el cambio
climático; es un "mega liberador" de gases invernadero.
Ante la visita pronta,
el 19 de febrero, del nuevo presidente de Estados a Ottawa, ha crecido
la esperanza de que Barack Obama cumplirá sus promesas de
discutir la renegociación del TLCAN con el primer ministro
canadiense. Hasta ahora el gobierno de Canadá ha mostrado
poca inclinación para reabrir el TLCAN a pesar de que en
septiembre de 2008 una encuesta de opinión levantada por
Environics mostró que 61 por ciento de los canadienses está
a favor de la renegociación. A la larga, la renegociación
será el acto transformador que transcienda fronteras para
que nuestra gente, en cada uno de los tres países, pueda
asegurar la construcción de un modelo de comercio justo para
América del Norte.
Para más
información de la iniciativa trinacional que tenemos en marcha
en oposición al TLCAN, favor de ver la página web
www.rmalc.org.mx
Coordinador
de Common Fontiers, red multi-sectorial de organizaciones canadienses
que trabajan en asuntos de comercio. Common Frontiers es también
el capítulo canadiense de la Alianza Social Continental.
www.commonfrontiers.ca
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