Declaración
de Cancún
- Foro Internacional de Justicia Climática -
1. Convocados por cientos
de organizaciones mexicanas e internacionales de todos los continentes,
obreros, campesinos, pueblos indígenas, organizaciones de
mujeres, del movimiento urbano popular, ambientalistas, Ong’s,
activistas, intelectuales, nos reunimos en Cancún entre el
5 y el 10 de diciembre, simultáneamente a la realización
de las negociaciones de la COP 16. Llegamos a Cancún como
fruto de un largo e intenso proceso de educación popular,
talleres y discusiones, en México y con nuestros aliados
internacionales, para avanzar en la construcción de una comprensión
común, consensos y propuestas unitarias para ir conformando
un gran sujeto social nacional e internacional plurisectorial y
unitario capaz de exigir a los gobiernos del mundo que lleguen a
acuerdos vinculantes, verificables, justos y con sanciones para
los que no cumplan, acuerdos que enfrenten las causas profundas
y estructurales de la crisis climática, dadas por el modelo
de producción y consumo que concibe a la naturaleza sólo
como fuente de recursos y ganancias y no como la Pacha Mama en la
que es necesario vivir en armonía, equilibrio y justicia.
La urgencia de soluciones frente a la realidad y efectos sociales
y ambientales del calentamiento global no puede esperar el realismo
político y el conformismo de los poderosos que han puesto
en riesgo la sobrevivencia del planeta
En este proceso conformamos
el Diálogo Climático- Espacio Mexicano y un amplio
comité internacional buscando la unidad con quienes luchamos
por salvar este planeta y creemos que es prioritario y necesario
impulsar cambios sistémicos.
2. Frente a un modelo
civilizatorio capitalista y patriarcal que pone en el centro la
ganancia privada por encima de cualquier cosa, impulsamos
una civilización naciente en la que el centro sea la vida
en todas sus formas. La crisis climática es el fruto
de la civilización de la ganancia y de la depredación
de la naturaleza. Sus verdaderas y profundas soluciones están
en promover la civilización de la vida y no en el mercado.
Muchos gobiernos siguen pensando que sólo se puede detener
la crisis climática si hay ganancias con ello, en consecuencia,
promueven “soluciones de mercado”, que son sólo
negocios para tratar de solucionar lo que han provocado con sus
mismos negocios depredadores. Nosotros, como parte del pueblo
que aspiramos a movilizar, no tenemos negocios que hacer con el
clima, buscamos cambiar el sistema como única forma de superar
la crisis climática y seguir viviendo bajo el cobijo de nuestra
Pacha Mama, durante las próximas generaciones.
3. Exigimos a los gobiernos
que dejen de andar por las ramas y lleguen a compromisos de reducciones
obligatorias de emisiones de gases de efecto invernadero en las
cantidades necesarias (50%), para estabilizar el aumento global
de la temperatura en un máximo de 1.5°C. Ello exige acordar
un 2º periodo de compromisos del Protocolo de Kyoto. El volumen
de reducción de emisiones debe ser definido por la ciencia,
bajo el criterio de la salvación del planeta y no el que
cada país esté dispuesto a ofrecer. Dicho volumen
necesario debe ser asumido por los que más han emitido, como
lo establece el Acuerdo Marco entre las partes y lo operativiza
el protocolo de Kyoto. Las responsabilidades y compromisos deben
ser proporcionales a las emisiones acumuladas.
4. El nivel necesario de reducción de emisiones no puede
hacerse sin una transición justa a un cambio profundo del
modelo de producción y consumo, que incluye un cambio de
matriz energética hacia energías limpias, pero que
a la vez no ocupe territorios indígenas o indispensables
para la agricultura, la seguridad y la soberanía alimentaria.
La transición también debe ser justa con los trabajadores
y no destruir empleos sin la creación de más empleos
decentes y una política pública para re-insertar a
los trabajadores de los viejos empleos en el nuevo tipo de empleo
decente hoy necesario.
5. Exigimos justicia climática. El que más ha dañado
a la Madre Tierra tiene la obligación de reducir más
sus emisiones, reparar el daño y transferir apoyos financieros
y tecnológicos a los países del Sur, para enfrentar
el problema. Los apoyos financieros y tecnológicos no deben
ser préstamos, sino reparaciones y reconocimiento de la deuda
ambiental. Tampoco deben tener otra condicionalidad que usarlos
para mitigar el cambio climático, adaptarse y enfrentar los
daños sociales, económicos y ambientales causados
por este. Estos recursos no deben ser manejados por el Banco Mundial
ni ninguna de las Instituciones financieras internacionales y la
banca privada, que han estado promoviendo el modelo neoliberal y
depredador.
6. La crisis climática no sólo tiene causas claras,
sino responsables evidentes: los países altamente industrializados
y sus empresas transnacionales Nadie debe evadir su responsabilidad
pero debe ratificarse el principio de la Convención, “todos
somos responsables, pero dichas responsabilidades son diferenciadas”.
7. Nos oponemos a las falsas soluciones: Mercados de carbono y de
la biodiversidad, agrocombustibles, represas, captación y
almacenamiento de carbono y biochar. Nos oponemos a la mercantilización
de la vida, la solución está en enfrentar las causas
sistémicas en la forma de producir y de consumir.
Hay que reforestar con
plantas nativas, usando prácticas ancestrales de los pueblos
indígenas y comunidades campesinas y mujeres, evitar la deforestación
y degradación de suelos, generada por la misma explotación
de los bosques y extracción de recursos naturales de las
selvas, es necesario un pleno respeto a los derechos de las comunidades
que los habitan, respetando la Convención de las Naciones
Unidas para Eliminación de todas las Formas de Discriminación
de las Mujeres (CEDAW) y la Declaración de los Derechos de
los Pueblos Indígenas (UNDRIPs), especialmente de los pueblos
indígenas y poblaciones tradicionales que nos dan ejemplo
del manejo sustentable de sus bosques, se debe respetar la consulta
libre, previa e informada para cualquier acción en sus territorios.
a) El programa REDD (Reducción de Emisiones por Degradación
y Deforestación) no cumple con estos requisitos, aunque se
le agreguen versiones que lo disimulan. Su objetivo es garantizar
los derechos de los “inversionistas”, por encima de
los derechos de los pueblos que habitan en los territorios. Mientras
que los derechos del tenedor del bono se dirimen en tribunales
penales o comerciales que sí tienen mecanismos reales y efectivos
para hacerse cumplir, no sucede lo mismo con los derechos humanos.
b) REDD tiene como objetivo
incorporar al mercado las tierras fértiles, ricas en agua
y recursos naturales, para lo que diseñan contratos comerciales
que buscan el control del territorio por parte de quien aporta los
fondos, violando la soberanía territorial e impidiendo que
las comunidades que lo habitan lo usen para su vida cotidiana, a
pesar de que todos saben que los que desforestan y degradan los
suelos no son las comunidades y pueblos indígenas sino las
compañías mineras, madereras, agroindustrias y petroleras.
En suma, constituye una contra-reforma agraria a escala global.
Por todas estas razones, consideramos que REDD es una más
de las falsas soluciones y rechazamos su implementación.
c) Los Bonos de Carbono
no reducen las emisiones, han sido un mecanismo para compensar el
incumplimiento de los compromisos de reducción de emisiones
por parte de los países del Norte con la compra de derechos
de emisión de otros países.
8. Vemos con profunda indignación las tácticas de
los países industrializados que pretenden acabar con el protocolo
de Kioto y la convención y que utilizan las promesas de financiamiento
para quebrar voluntades, dividir grupos como el G 77 + China, aislar
a Bolivia y a los países del ALBA, culpándolos del
fracaso de la COP16. Los verdaderos culpables de este fracaso son
los países que continúan promoviendo falsas soluciones.?
Lo único que les
interesa a algunos países del Norte del Protocolo de Kioto
es la base jurídica de los mercados de carbono. Por ello
quieren pasarla al texto de negociación del grupo de Acción
Cooperativa a Largo Plazo (AWG-LCA). Esta es una demostración
más del intento de algunos países de evadir compromisos
de reducción de emisiones y a la vez asegurar la continuidad
y expansión de los mecanismos basados en el mercado, incluso
después de poner fin a Kioto.
Nos oponemos a
las tentativas de no implementar el segundo periodo de compromisos
del Protocolo de Kioto. Estamos en riesgo de que se revierta lo
logrado en 18 años de negociaciones, en especial, la pérdida
de principios de justicia que se habían ganado en la Convención.
Más aún, de que se destruya el marco de negociaciones
multilaterales sobre el cambio climático en la ONU y quedemos
a merced de las grandes corporaciones y sus gobiernos. Con la aprobación
del acuerdo de Copenhague se aceptan los mecanismos excluyentes
de negociación. El proceso en Cancún ha sido antidemocrático,
excluyente y poco transparente, tanto con los gobiernos como con
los pueblos, muestra de ello es la expulsión de observadoras
y observadores de la sociedad civil de las negociaciones por manifestar
su rechazo a las falsas soluciones.
9. Tenemos propuestas
de fondo y viables, contenidas en el Acuerdo de los Pueblos, las
hemos expresado a la opinión pública y a los gobiernos,
pero muchos gobiernos están entrampados en el discurso de
los acuerdos viables, es decir que sean aceptables para los que
sólo piensan en sus negocios, más aún en hacer
nuevos negocios. El enfoque de los movimientos sociales es
otro, es la evidencia del drama que ya se vive en algunos lugares
por la crisis climática que rápidamente tiende a profundizarse
y extenderse. Exigimos soluciones reales que no pueden dejarse al
mercado, por el contrario son responsabilidad de los gobiernos.
10. Lograr la
sobrevivencia de nuestra Madre Tierra y de la vida en ella, implica
disminuir drásticamente las emisiones adoptando compromisos
vinculantes y creando un tribunal que sancione fuertemente a los
que no cumplan. Esto desde la perspectiva de Justicia Climática,
implica responsabilidades diferenciadas, fondos de apoyo público
nacionales y extranjeros (no crédito) como pago al daño
causado y no manejados por el Banco Mundial.
- Transitar
con justicia a un nuevo modelo de producción y consumo
no desarrollista,
- Límites
crecientes a todas las formas de depredación de la naturaleza,
- Transición
a una nueva matriz energética,
- Privilegiar
los mercados locales que evitan una gran emisión
de gases de efectos invernadero asociados a la importación
y exportación. El libre mercado global afirma que
abarata los productos al consumidor, pero si se interiorizaran
los costos ambientales se vería que lo barato sale caro.
- Un nuevo,
o mejor dicho ancestral, modelo de producción agrícola,
silvícola y ganadero basado en la producción ecológica
y orgánica familiar para mercados locales y que tienda
a la seguridad y soberanía alimentaria, con semillas criollas.
Con políticas públicas y apoyos adecuados los campesinos
no sólo puede alimentar a la humanidad, sino además
colaborar significativamente a bajar emisiones.
- Todas las
verdaderas soluciones incluyen pleno respeto a todos los derechos
civiles, políticos, económicos, sociales, ambientales,
culturales, de los pueblos indígenas y de género.
Nuestras demandas
forman parte de el torrente de luchas que contra el libre comercio
y el modelo neoliberal se han librado a escala mundial en movilizaciones
paralelas a las reuniones del G 20, La OMC y las negociaciones de
TLC
Nos comprometemos a:
- Continuar
caminando en la construcción de un movimiento fuerte multisectorial
y unificado en la defensa de la naturaleza a través de
la concientización, la educación y la organización
desde la base.
- Profundizar
en nuestras propuestas que se reflejan en el Acuerdo de
Cochabamba.
- Evaluar
las posibilidades y modalidades de una consulta popular, la conveniencia
de una nueva Cumbre de los Pueblos, así como otras formas
de involucramiento de nuevos sectores populares.
- Aumentar
la organización y presión sobre nuestros gobiernos
nacionales y a nivel global
Cambiemos el Sistema, no el Clima!
Fuera el Banco Mundial del Clima!
Cancún,
10 de diciembre de 2010.
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